El Mensaje de la Diosa



En el hermoso resplandor de la primavera, desde dentro, desde muy adentro, llega la sutil llamada de la Gran Diosa, una llamada cálida y serena, una llamada colmada de luz y de color, de pálidos rosas, de verde mar, de tenue dorado… suaves colores impregnados de una penetrante energía de intenso amor.


Seguir su llamada es seguir nuestra propia naturaleza como mujer, armonizarnos con nuestro ritmo cíclico, en vínculo perpetuo con los ciclos de la vida y de la Madre Tierra.

Como mujer hemos de investigar en nuestra verdadera energía, encontrar nuestra armoniosa esencia y expresarla a través de nuestros actos, de nuestras palabras, de nuestra mirada…

Para realizar este trabajo hay a nuestro servicio múltiples herramientas y una de ellas se encuentra en el conocimiento de las diosas mitológicas. El poder de todas estas diosas reside en el corazón de cada mujer y conectar con este poder y desarrollar estos arquetipos internos, integrándolos y equilibrándolos, nos conduce al encuentro con nosotras mismas, al auto-conocimiento, y es así como aprendemos a vivir en sintonía con nuestro ser.

Al identificarnos con la figura de una diosa, despertamos en nuestro interior las cualidades que ésta expresa y manifestamos la necesidad de reconocer ese aspecto de lo divino en nuestro interior.

Debemos recuperar esa sabiduría interna, conectar de nuevo con nuestro poder y nuestro conocimiento intuitivo. Si olvidamos que somos diferentes al hombre, si actuamos según su energía lineal en vez de seguir nuestro carácter cíclico, perdemos nuestra auténtica experiencia de poder. Ambas energías se complementan, el yin y el yang se manifiesta en todo lo creado pero precisamente por ser complementarias, son diferentes. La esencia interna de la mujer es mágica, sanadora y sobre todo, profundamente creativa.

Hemos de aprender a manejarnos en la vida con nuestra verdadera luz. Cualquier acto, por muy cotidiano que sea, puede ser un acto de creación y una manifestación de la belleza, si lo realizamos siempre desde el corazón. Somos diosas..., diosas que van todos los días al trabajo, diosas que cuidan de sus familias, diosas que bailan, diosas que comparten, diosas que disfrutan del placer de la amistad.., y en ese descubrimiento, en ese nuevo recordar, encontramos el camino a seguir: el camino de la alegría y de estar en paz con nosotras mismas.

Helena Bejarano

2 comentarios:

  1. Sina:
    Acabo de descubrir este espacio y de disfrutar con la lectura de sus entradas, gracias.

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  2. Ven cuando quieras, querida Delia, siempre eres
    bienvenida.
    Un abrazo!

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